Una cara bonita

"Algoritmo heurístico de generación de imágenes de rostros humanos". Así se titulaba el articulo que le había lanzado al mismo tiempo a la fama y al infierno. Pese a su título tan complicado la idea era muy sencilla. Había realizado un programa que analizaba fotos de caras humanas y las descomponía en partes. Sobre esas partes se aplicaban automáticamente operaciones de transformación para añadir más variedad.

Creó un algoritmo capaz de combinar y unir esos trozos de todas las maneras posibles. Su fin era ambicioso, generar una foto de todas las caras que podían existir. Una biblioteca de todos los rostros que han existido, existen o existirán. Incluso de los que nunca lo harán. Su proyecto llamó la atención de mucha gente, algunos mecenas reunieron dinero y le financiaron la idea. Las combinaciones eran tantas que calcularlas todas llevaría una gran cantidad de tiempo. Se estimaba que cerca de 130 años y aun así era una cifra afortunada, apenas un par de siglos antes, a principios del segundo milenio, los mismos cálculos hubieran necesitado varias veces la vida del universo. Para su pesar era más tiempo del que él esperaba vivir.

Su mente no podía parar quieta. Si no podía ver el resultado completo de su idea al menos se aseguraría de ver un resultado que le contentara. Así que modificó su algoritmo y le añadió una parte de selección. Este nuevo algoritmo no generaría todos los rostros posibles uno tras otro. Generaría solo diez rostros y él elegiría cual le gustaba más y a partir de ese generaría otros diez, así una vez tras otra, refinando los resultados con cada selección. Esa versión no requería una gran potencia y lo ejecuto en una de sus maquinas de casa. Al principio era poco más que una curiosidad, un entretenimiento en el que gastar unos pocos segundos para olvidarse del trabajo. Pero poco a poco según los rostros evolucionaban su comportamiento se transformó. Se volvió obsesivo, se enfadaba por no poder dedicar suficiente tiempo a su proyecto. Y daba igual cuanto tiempo dedicase, nunca era el suficiente. Ahorraba horas de sueño, comida delante de la pantalla, robaba horas al trabajo. Seleccionando cara tras cara.

Al principio la cara era andrógina, sin un sexo definido luego poco a poco fue tomando aspecto de mujer, sus nariz, sus pómulos, sus ojos y cejas fueron modificando su tamaño y forma adaptándose poco a poco a los deseos inconscientes del pobre programador. El pelo, las cejas, la sonrisa cada detalle de la cara fue modelándose hasta tomar forma. Luego cada elemento de la cara fue perfeccionándose hasta el mínimo detalle. Hasta que finalmente alcanzó la perfección.

El programador se quedó mirándola, sabiendo que era su perdición. El fin de la búsqueda que había llegado a absorber su mente y consumir sus horas. En ese rostro veía a la mujer perfecta, el rostro más hermoso que había visto y que nunca vería. Un rostro que quizás no pertenecía a nadie o que pertenecía a una mujer muerta hace muchos años, o que todavía no había nacido. Su búsqueda le había condenado a la ceguera . ¿Como podría ahora enamorarse de otra mujer? ¿Como podría volver a apreciar la belleza de otros rostros cuando había sido deslumbrado por la belleza de este?.

Quince días después lo encontraron inconsciente sobre el teclado de su computador. Sufría desnutrición y agotamiento por falta de sueño. Había trabajado sin parar en un proyecto hasta caer inconsciente. Se encontró gran cantidad de documentación sobre simulación de la vida y del cerebro. Los expertos que pudieron analizar el código que escribió son incapaces de entender su funcionamiento o su fin. Puede que solo sean los delirios de un loco o puede que sea el trabajo de un genio, a veces cuesta distinguirlos. Su autor quizás nunca pueda concluir su trabajo. Su cuerpo se recuperó pero su mente sigue perdida en sus ensoñaciones.

Mientras, el programador sueña que pasea cogido de la mano de la chica más bonita de todas

14 de febrero (Microcuento)

Nos conocimos en enero y el 14 de febrero volvimos a ser desconocidos. Nos conocimos en un bar para amantes sin amor. Yo no encontraba a mi Eva. Ella no soportaba más a su Adán. Nuestra relación tuvo más de miedo a la soledad que de amor. Acabó como todos los errores, pronto y mal. El día de los enamorados nos asustó más que la soledad y ninguno se presentó a la cita. Aún no sé que nos dio más miedo si el amar o el no ser correspondidos.